Siempre he sido un amante de la cultura japonesa, y no hay mejor lugar para sumergirse en ella que en Kyoto. Esta ciudad histórica es conocida por sus templos antiguos, hermosos jardines y tradiciones arraigadas. Al caminar por sus calles, uno se siente transportado a una época pasada, llena de encanto y misterio.
Mi primera parada fue en el Templo Kiyomizu-dera, un impresionante templo de madera construido en una colina con vistas a la ciudad. Caminando por los terrenos, me maravillé con las estructuras sagradas y los hermosos jardines. También tuve la oportunidad de probar el agua sagrada de la cascada Otowa, que se dice que tiene poderes curativos.
Luego, me dirigí al templo Fushimi Inari-taisha, famoso por sus miles de torii (puertas) rojas que guían a los visitantes por un hermoso sendero hacia la cima de la montaña. Mientras caminaba, me sentí rodeado de una energía espiritual y una sensación de paz.
Por supuesto, no podía dejar Kyoto sin probar la deliciosa comida local. Probé el famoso tofu de la región y también me aventuré a probar el fugu, un pez venenoso que solo puede ser preparado por chefs con licencia. Afortunadamente, mi experiencia fue deliciosa y sin contratiempos.
Kyoto es un lugar que debe estar en la lista de cualquier viajero en busca de autenticidad y belleza. Desde sus templos hasta su comida, esta ciudad ofrece una experiencia única e inolvidable.